viernes, 5 de noviembre de 2010

Pero seguí.


No tengo sentimientos.

Estoy como una roca.

piedra dura y fría.

Empiezo a adorar el Tango, porque funde en sus notas mi melancolía, con mi grito, llanto espantado de mis temores; lo mezcla dulcemente con la ilusión. Esperanza de amor entre el mundo perdido de oscuros vestidos.

No tengo sentimientos, pero ya no importa.

Cerré las puertas de mi indulgencia, y escupí el deseo de morir.

Pero…seguí viviendo, como un Tango simple.

Bebí licor y actué como una imbécil recostada en sus defectos, acostumbrada a la fidelidad de su mala persona.

Pero, seguí viviendo, bebiendo, comiendo, andando.

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