No tengo sentimientos.
Estoy como una roca.
piedra dura y fría.
Empiezo a adorar el Tango, porque funde en sus notas mi melancolía, con mi grito, llanto espantado de mis temores; lo mezcla dulcemente con la ilusión. Esperanza de amor entre el mundo perdido de oscuros vestidos.
No tengo sentimientos, pero ya no importa.
Cerré las puertas de mi indulgencia, y escupí el deseo de morir.
Pero…seguí viviendo, como un Tango simple.
Bebí licor y actué como una imbécil recostada en sus defectos, acostumbrada a la fidelidad de su mala persona.
Pero, seguí viviendo, bebiendo, comiendo, andando.
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