Bajo las lágrimas de nuestra lluvia,
Amasando arcilla del torso sublime de una diosa
Olfateando humo de hojas quemadas y tranquilas
Riendo un poco mientras jugamos a inventar
Con las ropas empapadas que absorben un frio entrometido y gélido
Gritando que me parta un rayo y me rapte una nube
Soñando que me espumo con el ciclo del agua
Me absorbe a mi misma el día en un abraso
Con los ojos enrojecidos y el beso de una madre
Con el calor de cuerpos humanos a mi alrededor
Un sueño placentero y un beso en mi mano
La lengua se traba con vinos traídos por el mismísimo dioniso
Y nos sonríe, ¡que te quedes!¡que te quedes!
La salida no es un sueño
No es un visio
No es la muerte.
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