Desenfrenados poetas que atacaban con papeletas las casas de los sordos, con cada palabra puesta en su lugar para ser saboreada como un agrio, apasionante y cansado ingrediente; y a ustedes poetas no poetas, les habla la pasión el deseo y el alma, para que vuele en retorno a ustedes, para que ame y gima solo en un escondido escritorio mientras los gritos y las calles retumban de dolor, mientras son juzgados y callan, o hablan y callan; silencio...
-silencio...
Que calle el poeta de cualquier ser humano que se sirva del vino común de la insensibilidad, que calle para que no sufra.
Que huya con su frasco a otro lugar; como hurtando galletitas de genjibre y disfrutandolas en el centro de la tierra.
Valentina Castaño
20/6/2010
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