Hija de la tierra es una mujer,Y ha gobernado el planeta.
Cuando la vi, se me asemejo a alguna de las artistas que canturrean por doquier esperando que un picaflor se acerque a batirle las alas en el rostro.
Tenia una diadema de varios colores en el pelo, los ojos eran clarisimos y era conocida por el Arcoiris.
El discurso, conocedor de la paz que brinda la vivencia de la naturaleza, que se le alcanzaba a estampar en el cuerpo, mientras caminaba, los ríos empezaban a salpicarnos con sus aspiraciones.
Yo estaba en medio de un trance y no pude apreciar bien la maravilla que se presentaba ante mis ojos, era la Tierra que se valía de uno de sus Arcoiris para presentarse así carnal ante nosotros, para conversar un poco restaurarnos la mente contaminada, y a enseñarnos sobre vida, expresión y lenguaje que se sentía respirar en su aliento.
Tenia trancado entre los dientes una neblina, que imploraba compasión; un cese de actividades indiscriminadas hacia el progreso suicida, que le envenenava el alma y le quitaba el color.
Pocos atendieron al reclamo, muchos se revolcaron en la neblina negra y se empaparon de consumo; insatisfacción que nunca hallarian en un momento de silencio sobre el prado vivo.
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