Hace tiempo que no me quejo, en verdad hecho de menos hacerlo. Me encanta reblujar en esos cuartos oscuros que nunca nadie se atreve a señalar; y pueden culparme, puedo ser culpable, mas tengo en un pequeño rincón la posibilidad de expresar mi desazón; sin importar consecuencia alguna, desencadeno ese cumulo de ideas que se agolpan en mi vació. Pues sepa que también puedo jugar, caminar, enfriar, sonrojar, torcer, escupir, y fisgonear lo que sea; incluso, puedo cambiar cuando se me venga en gana de genero.
si se han silenciado hasta ahora, síganlo haciendo cuando mis huellas sean ya fociles nocturnos; cuando mis manos ya cansadas dejen de aplaudir, pues ese aplauso volador de algunos viejos, se abra borrado.
si estoy en el lugar incorrecto...lo acepto, pues jamas he acertado entre mis placeres y mi entorno fisico. Cuando estamos en verano, me vuelvo hielo; y viceversa, cuando yo soy el verano mismo, todo el hielo gana la batalla en un congelador.
Mil veces he hablado con adornos, y mil he nombrado cosas crueles; pero todo tiene este color a insatisfacción, un vació, que es hueco, un hondo roto por donde se nos escapan los recuerdos bellos.
Cuando yo siento felicidad,ella lucha por huir; cuando yo quise ser escuchada, se acabo. y cuando yo fui yo, fue un acto narcisista agotado.
Esas alabanzas peligrosas que nos acostumbran mal, son los peores admiradores de nuestro talento equivoco, la virtud diseñada para ser presumida, nos restablece como arrogantes; ¿que mejor que la sencillez?,pero, ese maldito apego a la aprovacion me lleva a la tristeza, la costumbre a esa adoracion de mediocres, la fanaticada inmóvil. Yo siempre inquieta, habladora, persistente; acabo por deleitarme, mas es una adicción de dosis insuficientes; pues, el aplauso verdadero lo da mi propio pecho: mi ser no se admira, motivo de mi escalar, de mi constante superación, que en el fondo quiere dejar de ser si misma y convertirse en super-misma, retornando siempre a ser yo misma.
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