Yo ando por las calles de cemento a diario, pero nunca pude ver la selva; siempre los colores grises, el aliento de los perros y la mañana friolenta me agotaban antes de disfrutar el verde.
conducido por una inercia reprochable, ronco de escribir en mi cabeza los poemas siempre guardados; así tuve el caucho suficiente para desgastar las suelas que en muchas ocasiones no sabían el porque del ir a algún lugar.
Contorno me llamo yo, y lo rodeo todo vagando.
Vagabundo me gritaba...
¡-vagabundo!
y yo, sonreí; no pude evitar ver sus deseos a flor de piel excitada y desecharlos; por vendida, por vagabunda ella.
por caminante yo que me incrustaba en cualquier rincón del mundo...
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