Desde que tengo memoria, recuerdo haber buscado experiencias
que me brindaran respuestas existenciales. Cuando niña despertaba con la sensación
de que toda mi vida era un sueño y que la realidad debía encontrarse más allá del
drama de la vida; también hacia preguntas como: ¿Dónde se había parado Dios a
crear al mundo? Investigaba en textos sagrados la respuesta, pues quería conocer
la divinidad, entenderla y crear una comunión con ella. Por eso recuerdo con alegría
la comprensión a la que un día estando dentro de un rio pude llegar…
Durante mis días de voluntariado
en un templo, leía con vehemencia los textos que allí se encontraban, recuerdo
que mi sed por entender a Dios era tanta, que una vez terminaban las clases yo
continuaba varias horas inmiscuyéndome en los vedas y después cuando debía retirarme
del salón, seguía leyendo en las piedras, en los caminos, en la habitación. Un
día, me encontré con un pasaje que parafraseado, decía que la ilusión era tan
solo el reflejo de la realidad, la cual es inconmesurable, se encuentra más allá
de lo visible y lo invisible, lo manifiesto como lo inmanifiesto, es el todo.
Ese día comprendí que este mundo maravilloso que habitaba, era solo el reflejo
de una realidad más potente, la forma universal de Dios.
Esta experiencia que cuento tuvo
lugar en el 2012, un año que significo muchos cambios y respuestas para mi
vida. Al día de hoy, puedo decir que mi concepto sobre la ilusión no ha
cambiado, pues pese a que en muchas y diversas formas he podido disfrutar de
esta dimensión; sé que la realidad supera la imaginación más creativa, pues a
ella no se logra acceder con la mente únicamente, sino con todo el ser rendido
a la verdad que sobrepasa cualquier explicación. Es una vivencia que se alcanza
en los estados trascendentales de la conciencia.
Sé que muchos seres humanos hemos
propiciado estos estados a través de las plantas maestras, alabanzas y de meditaciones
profundas. Por eso hoy quiero elevar mi intención, porque a cada paso pueda
encontrar la verdad tras los velos, pueda hallar la plenitud más allá del vaivén
de las emociones, pueda ser ecuánime y encontrar mi misión de vida en este
plano según el propósito superior.
Pues debo confesar que en
ocasiones me pregunto ¿Porque debo continuar en este “juego” si podría morar
eternamente realizada?, entonces recuerdo, que debo transitar cada paso plenamente
consciente, superar cada obstáculo, vencer
cada apego, subir cada escalón y respirar pausadamente a medida que encuentro
en mi interior la fuerza para vencer la ilusión y vivir eternamente en el
regazo de Dios universal. Así mismo, lo
deseo para todos los seres.