domingo, 15 de junio de 2014

La vida es una composición de eclipces sutiles, la luna eleva nuestra savia/sangre hacia los cielos, donde el ritmo de la naturaleza se rige por una ley universal, infinita y eterna.
Nuestro microcosmos viajero a experimentado esta dimensión, con el fin de retornar a la luz de la cual proviene, a llegado hasta la presente existencia para desarrollar la capacidad de unificar su humanidad con su divinidad, ambas cualidades del equilibrado eco-sistema natural.
Hemos llegado al momento crucial, donde el espíritu presente en cada ser se va despertando, se va reuniendo en torno a una oración, un canto, una minga, un conocimiento, un sueño; se va unificando hasta reconocerse interrelacionado, profundamente vinculado a la vibración eterna de la vida.
Sentimos el amor incondicional, la plenitud, la trascendencia, la evolución.

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