Cuando las expresiones rectifican mi locura, me pienso mas sensata. Puesto que soy razonable desde el delirio mismo, no temo al prejuicio sellado en el código de barras de mi espalda. ya no causa ardor alguno la marca designada desde la edad ontogenica en la que no había sido engendrada; toda molestia, tarde o temprano,se hace llevadera.
No tenemos derecho a culpar nuestra existencia maniaica, pero si a disfrutarla con distorsiones de comportamientos; muecas cotidianas que se despojan de las mascaras de la doble moral para sentirse fuera de la rutina de las rocas y los autómatas. si el llanto es el privilegio de los sensibles, mi facultad radica en moldear mi rostro al parecer de la ocasión, incluso de disponerlo para el festín de tristeza inexplicable, formar medios entre la pugna del sentir; de esos alter-egos combatiendo por ser protagonistas.
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