miércoles, 5 de octubre de 2011

El sonido de los violines araña los oídos del dibujate, el cual, acompañado de un lápiz rojo y un grafito, va delineando seres míticos sobre una pared grisácea de una calle oscura.
El sonido del viento entre las cuerdas  adquiere volumen, es mas acelerado; el ser desdeñoso, forza unos elementos con los que traza amorfas figuras en la pared grisácea de una calle oscura.

Los dibujos, profetas de irrealidad retornan a la vida.
Las demencias surgen de el deteriorio entre la pintura.

El primer valiente en salir, es el capullo de una flor; desde los pétalos que se distinguen se abre paso Pulgarcita que sale saltando y cantando caballitos de dos en dos, por las peligrosas avenidas de la calle sexta.

La imagen de un rió rojo es el que le sigue, de la pared, fluyen glóbulos color sangre, que la zambullen, la alcanzan, luego la ahogan.

 La alucinación es fuerte, he insoportable; el artista con sus dedos manchados y un cuerpecto agitándose encima, calienta una cuchara, al tiempo que inyecta un liquido con solución redentora.

la calle esta en silencio; pero los violines, suenan cada vez mas desafinados, con un aire a melancolía y a perdición.

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