Exactamente a la
media noche, la mujer del mago se levanta a sostener
el péndulo de su amado; cuando aquella mano
insegura sostiene esa cadena de metal, la mente
se dispone a encontrar en el objeto fluctuante la
verdad. preguntas dicotómicas invaden la habitación, los miedos, el deseo,
la dependencia, la vitalidad, las pasiones, las dudas… cada uno de
los sentimientos contenidos en el amor fluyen por el palacio
de voluptuosa silueta; cuando la pequeña vocecita de
la consciencia toma el dominio, el movimiento lento pero
certero del péndulo, responde.
Ella, tiene la piel blanquísima,
que en esta noche se ve iluminada por la luz cálida de una lámpara;
todos los acontecimientos ocurren dentro de sí; aquellas cosas
que están fuera de la sábana y el péndulo que ella retiene,
no existen. En esta ocasión prefiere cerrar los ojos, de esta
forma, la reacción producida por las respuestas, será más llevadera.
Lo primero que se distingue es un sombrero de copa, bajo esté, unas cuantas
cartas extendidas en una franela roja, el color pasión penetrante,
dos cejas marcadas, la voz; es su mago. A diferencia de la
limitada cuestión que ella se ha planteado, el péndulo la
transporta a una inagotable fuente de alternativas que empiezan a surgir desde
el objeto ahora inquieto.
La vemos asombrada y nerviosa, trata de explicar el truco, permanece con la mirada atenta, con sus ojos sin parpadear; pero su mago es tan ágil, que ni por un segundo deja escapar de sus dedos el misterio. Las cuatro ases de la baraja salen sin problema, espontáneamente.
-Imposible, se dice.
- ¡ya lo descubriré!.
El péndulo sigue oscilando, esta
vez, un cuerpo se balancea al compás de un abracadabra, la magia se
desenvuelve en forma de caricia, es el éxtasis: Roce entre labios, yemas sobre
los ojos, sobre la piel que se impregna de secretos.
¿Querías descubrir mis
trucos pequeña hada? Ahora están en tu piel, basta con que los espolvorees con
tu magia para que poseas todas mis verdades.
El péndulo se detiene, un
recuerdo fatal le agobia, la memoria de las sensaciones. Ella empieza a llorar
desconsoladamente, la culpa se vuelve insoportable, se desplaza por sus alas,
sabe que fue un error sacudirlas por el mundo, que en cada vuelo, un aterrizaje
forzoso se presiente. El deterioro de los tesoros de su mago se daba, cada vez
que ella con un buen pretexto lo
detestaba; por odioso, por engreído, por petulante, por ingrato…desde el sudor
y la tinta de su piel, caía roció acido sobre las flores, simultáneamente moría
un trozo extraordinario de mago.
El péndulo se mueve
errante, el indómito impulso de la tristeza lo maneja; El cuerpo del mago se
pierde levitando, se ve en su rostro decadencia, unas manos deformes se
despiden de ella; es una ilusión, un hipnotizado muñeco en dirección a la
fantasía.
Es el corazón,
el péndulo es su propio corazón; quien la transporta a
una nación de delitos inexistentes; en donde el sentimiento
fundamental se parece a la admiración y a la incredibilidad, al
odio y a un desproporcionado capricho; sensación i-real que
a través de actos de magia, revive a las almas casi
crudas.
Sí, aún te ama. Responde el péndulo de izquierda a derecha; lo hace aunque él ya no exista.
Sí, aún te ama. Responde el péndulo de izquierda a derecha; lo hace aunque él ya no exista.
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