sábado, 13 de agosto de 2011

Ningún otoño podrá arrasar con la primavera que llevo dentro.


Noche
La vida, acostumbrada a medirse de forma errónea, se prolongaba ante las noches efusivas e inciertas; para entonces podíamos asegurarnos de haber vivido años en un solo día, y en días haber pasado solo por segundos repetitivos, monótonos y cotidianos. 
Podemos; diferenciar la aventura, de la rutina que se adueñaba de los rostros de los transeúntes, cuando nos reflejábamos con alegría frente a las estructuras roídas y conformistas de la sociedad; Nos mofábamos con cierto coraje; sobre todo, vivíamos intensamente, que últimamente se había convertido en lo más importante.
Vivir los segundos renovados, los que de manera  sorpresiva, nos arremolinaba las vertebras, nos guiaba por un camino desconocido: a tientas, nuestras extremidades pretendían defenderse de los contornos; pero, eran esas sombras, esos recuerdos… los que nos limitaban ante ese mundo maravilloso he infinito que sentíamos moverse a nuestro alrededor.
El primer día que dormí en la calle, mas bien, que  amanecí; fue el producto de una serie de acontecimientos imprevistos, la obvia reunión de  componentes como el instinto, la aventura, la libertad, el libertinaje, el deseo, la soledad y la ausencia.
Apenas llegue a mi casa, me pare frente al espejo, vi mi cuerpo un tanto untado de una celda trasparente, de unos besos imposibles; de el valor que hasta entonces comenzaba a descubrir, cuando encontré que apenas comenzaba vivir.
Me explore el cuerpo; vi mis ojos rosados, mis labios más grandes que de costumbre, y mis manos totalmente moradas; hasta el punto de creer que horas antes hubiera podido morir de hipotermia; la noche me había transformado, verla desde la intemperie junto a varios desconocidos, el envidiable puesto del espectador que cambia junto al acto que le transmite ciertas sensaciones...cosas desconocidas, tales eran las mutaciones que hombres y mujeres como nosotros deberíamos llevar  a cabo más seguido, más fuera de nuestro propio mundo.
Supongo que la ausente noche tiene un arma para punzarnos, en cada golpe, mostrarnos lo débiles que somos, la poca voluntad y ingenuidad que tenemos frente  a las circunstancias. Se historias, mas no basta cuando la experiencia no las acompaña; Pero, cuando soy yo quien prueba los agrios sabores de un músico besándome o cuando las melodías del mundo son toscas y aturdidoras para luego resultar en una montaña rusa que nos agita y luego tranquiliza...es gozar: De un porro sin miedo a ser olfateados, de una caricia sin temor a contagiarnos de enfermizas patologías de dementes...
Estar dentro del mundo, es más que verlo desde fuera con un enorme prejuicio,significa conmoverse con la fuerza de algunos arriesgados que han preferido ser reprobados, pero vivir en más satisfechos que el común.
Me encuentro bailando, haciéndolo como nunca, riendo como nunca, sintiendo como nunca. Remplazando, cada cosa, porque mi vida es este tiempo; instante que se camina lento y eterno, sobre las cabezas de tres bailarinas, un mechudo que está tirado en el suelo de tanto fumar, beber, vivir; tres músicos, cuatro artesanos. El baile nos está uniendo, nos quita un poco de nosotros, nos llena un poco.
Estoy besando, beso insistente, el más largo de mi existencia; voy contra otros labios, pretendo morderlos, destrozar a pedacitos babear de carencias; A pesar de la fogosidad; guardo escepticismo; guardo mi cuerpo, me rehusó con todas las fuerzas a que no se deje llevar a que se convenza que palabras de amor no se pueden decir de un día para otro, y menos el mismo día.
Parezco desconfiada, lo soy, sin embargo continuo por el camino no planeado; algo me da la suficiente confianza, la certeza de que nada malo pasara. Me veo en un paradero,4am, ningún bus pasa, atravieso la calle, llevo 2000 pesos en mi bolcillo, no hay nada; nadie, oscuridad y asfalto.
6 de agosto

No hay comentarios:

Publicar un comentario