¿Podrías explicar la atracción? Seguramente te daré muchas palabras sobre esa superficial obsesión; mereces que escriba sobre ti, por el hecho de agitarme el corazón, rebobinarlo hasta infantiles épocas de golosinas; confieso, que sospechaba haberlo perdido en un juego que por inercia me había incitado a regalarlo a un desvalorador; saberlo vivo, me entusiasma. Yo arranco los tesoros, eso debes saberlo de una vez.
Me creerías si digo: que alguien te echaba de menos en la clase a la que apenas habías asistido dos ocasiones; que estaba ansiosa de que tras de esa enorme puerta tu aparecieras, volvieras a hacer el gesto pícaro, una imperceptible giño, y luego te sentaras a mi lado, como un extraño artista, un observador sigiloso. Soy una antipática precisamente cuando una verdadera oportunidad está enfrente, entonces, la pierdo.
Me temo que no volverás, lo sé porque en las últimas clases no das señas de vida, si quiera de existencia; estoy tremendamente sola, pensé, que algo nos convertía en cómplices de una extraña característica incomprendida. Son solo creencias, como siempre.
Lo realmente extraño, es que el magnetismo inexplicable que nos une, no es, una fuerza de la cual tira solo un individuo: nos quedamos petrificados ante tanta energía, nos cruzamos, suponiendo que los llamados que antes eran imperceptibles, se vuelven supersensoriales al descubrirte. una y otra vez, mirándonos a lo lejos, deteniéndonos por temor, dejando actuar a la casualidad; seguro que a la próxima vez, seré menos imbécil, procurare, prestarte la atención directa a la que me he negado por el temor a lanzarme en la equivocación pasional a la que me voy acostumbrando.
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