lunes, 7 de marzo de 2011

Un puñal traz mis espaldas, la tristeza inaguantable, un chorro de sangre en el suelo, la fluidez necesaria.
una pipa en mi boca, un pensamiento de duda, y el humo volando en el aire en dirección a los amores perdidos.
los ídolos en un estante, una patada que destruye cualquier gobierno.
el espíritu indoloro, incoloro, insensible; cuajado de agresividad, llenito y pleno de la alegría de rebeldía.
Un camino desatino, que suena y suena la lluvia, que roza y roza, y Rosa, ya cansada, que pena y pena que sus pétalos se arranquen.
Una cabeza emancipada del cuerpo, asqueada del instinto, podrida de dolor.
y hoy que esta tormenta nos cubre, una famélica cara blanca nos pide que no nos rindamos que existe algo diferente.

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