sábado, 14 de marzo de 2015

LA MUJER QUE PERSEGIA AL SOL DE SU CORAZON

Había una vez una mujer que tenía el corazón de concreto y el cuerpo fabricado con plástico; ella pretendía hallar comprensión en el mundo extrovertido de los trajes pintorescos, en el juego de las máscaras, en el abrazo desinflado de algún hombre caótico.
Habitaba en la ciudad de edificios roídos, donde los zoombies caminaban atrapados por cadenas de consumo, en el alimento sintético, en el frenesí del vacío. Pero evidentemente, la insatisfacción era más honda cada vez, el corazón se iba opacando y  la tormenta  acompañaba esta tragedia, fabricada por  su propia mente.
Un día, cuando su cuerpo se deslizaba a través de calaveras adictas del suburbio, su esclavitud se le hizo insoportable, sintió comezón en s
u piel lubricada, un intenso calor la invadió, comenzó a gritar desesperada – ¡ayuda!- . Hasta que una mujer escucho su clamor y cubrió  su vulnerable cuerpecito con un puñado de plumas olvidadas por las gruyas en la plaza de Bolívar, de pronto,  la caricia de las aves penetro en su regazo brindándole la fuerza transmutadora de la paz.

La mujer plástico escucho claramente la voz que la insto a levantarse,  sintió mucho temor porque vio que el amanecer se acercaba, sabía que una noctambula como ella, no podría resistir sus radiaciones; empezó a correr, pero la pequeña plaza se convirtió en un laberinto para sus torpes pies, que no lograban superar las pequeñas piedras,  hasta que rendida en la roca el sol la abrazo; ella sintió como su voluptuosa figura se desfiguraba y como su ego se derretía dejándola al descubierto. Las plumas que aún permanecían en ella, moldearon su cuerpo de carne, hueso y alas; en este proceso doloroso se transformó en un magnifico Buhó blanco que sintió el inevitable impulso de volar hacia el sol.

Cuando busco la luz, esta lo manifiesto todo, nada podía ocultar, ninguna ripia de sufrimiento pudo albergarse sin ser descubierta ante ella, este fue el proceso que realmente produjo su éxtasis;  el encontrarse, el convertir  la cera en vida , el reunir los pedazos de la mujer que, el enfrentar sus temores, ya no temía verse desnuda, porque no pretendía ser perfecta ante los ojos de la sociedad voraz, que no espera transformar el mundo sin antes haberse desempolvado dentro y sobre todo, que no sentía culpabilidad por sus emociones, sino que buscaba la raíz profunda de estas y aceptaba las condiciones de la vida sin rencor, aprendiendo de ellas lo necesario, viviendo de manera sencilla  para emprender un nuevo comienzo dirigido hacia la sabiduría.
Sí hay algo que le molestaba, tenia el carácter suficiente para expresarlo y vencerlo; confiaba lo suficiente en sí misma y  es capaz de emprender vuelo sin envidias, soltando su pasado, entregando su futuro al gran espíritu universal que guía cada una de sus visiones y decisiones. Hasta que llego al sol.


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