sábado, 7 de marzo de 2015

Ayer con el poder de la luna llena y el frio invernal, me dio por tocar unos instrumentos, aunque no conociera como hacerlo, el  silbido del viento se confundía con las flautas y las okarinas; también me dio  por cantar, entonces la mujer salvaje  apareció caminando hacia la luna y el niño salvaje también empezó a correr hacia las estrellas, rodeando árboles y descubriéndose en las palabras que el arquetipo universal le había regalado:
“¿Qué mujer eres tu? –Soy una niña salvaje.”
Procure concentrar mi mente en el vacío, pero en definitiva debía deshacer muchos nudos, entonces me puse a desatar y cortar, recordándome siempre que hay una esencia una luz profunda que comparto con todos los seres, me causo gracia el hecho de estar jugando a vivir esta experiencia con esta identidad fabricada por mis elecciones, creada por mis anhelos; también puede abrazarme, fue algo muy bello porque sentí que estaba reconciliando algo en mi  que no había aceptado, sombra y luz estaban allí presentes y estaban en mi encarnadas; amor y miedos, certezas y dudas, todo lo que soy: YO se manifestaba desde la ilusión y la verdad, pero algo mí en el fondo  sabia amar incondicionalmente, sabia que solo existe una integridad y que el plano del todo se desboronan los sistemas de creencias erróneos, y que la naturaleza fluye incluso en la adversidad. Nuestra única obligación se trata de ser y manifestar amor.

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