lunes, 4 de julio de 2011

Como se asesina un poeta

 Tratar de matar a un poeta es una tarea complicada; siempre son escurridizos y se quedan vagando por algún sentimiento; por eso, lo mejor es acecharlos con varios sufrimientos en forma de aves negras que se les posaran en los hombros cuando escriban, es preferible embriagaros con penas, destruirles todos los papeles; absorberles el corazón, magullarles los sesos, transnocharlos por costumbre... Pese a todas esas desgracias, el poeta sobrevivirá y tendrá la osadía de seguir plasmando por pura necesidad algunas letras color vino.
Hay que dejarlos solitarios, con esas letras, ellas al fin y al cabo serán quienes lo aniquilen, entonces empezaran a saltar de las paginas, cerraran la habitación que por lo general es un cuarto desordenado con varios libros tirados en el suelo, empezaran a reproducirse, a retumbar, a expandirse, a crecer; todo se vera inundado por un liquido semejante a la sangre, que ira sumergiendo al poeta en un caos existencial, el cual se sentirá execivamente mareado, cansado, hinchado de tanto expresar, y con lentitud todas sus palabras lo llenaran, lo mataran poco a poco, pues se las ha de tragar.

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