viernes, 2 de diciembre de 2011

Es primero de Diciembre, la ciudad se enciende.
Los bombillitos son prendidos con entusiasmo por cada humano. Por primera vez, desde que la oscuridad abarco todas las temporadas, se nos permitió  iluminar durante una hora ,con una pequeñísima luz de navidad nuestras casas.
La cera se derrite en mis manos deterioradas y mis ojos cansados de ver pantallas fueron obligados a forzarse en la espesura de las tinieblas.
Antes, me quedan certidumbres en medio de el negro ; las manchas de quemaduras y pecas a los que los años y las enfermedades me condenan, rematan mi aturdimiento.
olvide leer y reconocer, pero aun existo, lo se porque veo sombras.

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