Los seres humanos
extraordinarios, merecen ser descritos aunque sea por comunes analfabetas de la
vida.
Ellos han experimentado
tanto, que uno no sabe si eso que ve es el rasgo de los delirios o el conjunto
de sabiduría que han ido acumulando. Están tan cargados de si mismos que nos
van reprochando nuestra duda: “yo no sé quién
soy”. como si entenderlo, nos suprimiera el resto de inquietudes de la
existencia y nos mantuviera en la certeza de nuestro propósito incierto.
Pese a esto, la exigencia
no es descifrar los pasos que se esconden detrás de cada rostro; sino, tantear
esa personalidad irrepetible que se va desenmascarando frente a nosotros.
Podemos admirarla, absorberla, codiciarla, imitarla, plasmarla… Es en esa sensación
de ser con el otro que transitamos dentro de sus zapatos; podremos decir para
entonces; cuanto he sentido fuera de mi.
Me he dedicado a la observación
y la creación a partir de mis interpretaciones; este es solo un producto de las
perspectivas que en cada limite de ventana extiendo. El tiempo, el prejuicio,
la experiencia propia, los objetos, he incluso los acompañantes de camino distorsionan
mis sentidos.
Mis expectativas nunca son alcanzables; debido a que lo que he experimentado he imaginado, siempre supera la realidad que simula.
Mis expectativas nunca son alcanzables; debido a que lo que he experimentado he imaginado, siempre supera la realidad que simula.
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