El colibrí que danzaba en la mitad de la laguna, anunciaba en su revoloteo un nuevo tiempo de gobernanza, donde la memoria del territorio despertaría en los hacedores de la palabra de origen.
Donde la política cotidiana, estaría íntimamente ligada a los ciclos de la vida, reflejando de este modo la sincronicidad y naturalidad en la pedagogía del encuentro.
En el latir de ese corazoncito inquieto, se gestaría la re-evolución autopoietica del amanecer.
En su pequeño cuerpecito, se dibujarian los fundamentos de las casas de pensamiento vivo; en su pico, el néctar de las flores que endulzadas por la sabiduría; en su alitas, las semillas de oro que retornan para expandir la abundancia de la tierra.
En el fuego el pensamiento entretejido de lxs ancianxs de los tiempos,
En el aire, el presagio divino de la ofrenda que se encarna en el templo, cuerpo/territorio,
En el agua, el fluir de cuarzos resplandecientes que proyectan desde el interior sanas intenciones,
En la tierra la materialización de las escuelas itinerantes, de las aldeas permaculturales, de los centros de sanación, de las cuevas visionarias, y los hogares en transición...
Guiadxs por los mensajerxs, por la memoria que inspiro al pueblo de Mu, de la gente-gente planetaria, en TamuySiguaque desde donde se hila la espiral de las matrices emergentes...
Ejerciendo nuestro deber como ciudadanxs del mundo, extendiendo los puentes, disponiendo el corazón a la escucha, poniendo la razón al servicio de la vida, entregando el ser a el amor sin condición, preparando la tierra, limpiando la lsemilla, sacando el vidrio y la rencilla, promulgando el canto de interrelación para comunicarse con la esencia, viviendo, atentos y despiertos...Escribiendo la historia en los tejidos relacionales del cuidado, viviendo cocientes del sistema natural que nos unifica.
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