miércoles, 29 de enero de 2020

REFLEXIONES EN TORNO A LA DANZA DEL SOL 2020 RETOÑO DE MAÍZ GUASCA CUNDINAMARCA

Esta fue la segunda danza del sol que tuve la oportunidad de acompañar. A diferencia de la primera danza a la que asistí, en esta ocasión pude ver desde una perspectiva más madura lo que estaba aconteciendo. Debo confesar que en la primera danza, tuve momentos de resistencia y falta de entendimiento. Pese a esto, aproveche mucho mi estancia compartiendo con los abuelos y abuelas, quienes siempre han dejado una semilla de consejo en mi interior que ha venido germinando de diversas formas.
Llegue el tercer día de danza en el momento donde entran los Heyokas (payasos sagrados) y los danzantes hacen sus ofrendas. En este día, reconocí esta sincronía como un mensaje, pues siempre me he considerado una iconoclasta, capaz de cuestionar las estructuras, jerarquías, normas y tradiciones. Admiro mucho la función particular de estos personajes dentro de la danza pues son capaces de ir más allá de las formas y transgredirlas con estilo. Son graciosos, pero a la vez mueven a los danzantes a permanecer centrados en su propósito, esto incita a que los danzantes entrenen su concentración en el propósito del porque están allí.
Ir más allá, implica también poder ver a través de la materia y entrar en el mundo del espíritu, donde los rezos coloridos y las ofrendas toman un lugar primordial durante la danza del sol; también admiro el carácter de quienes danzaron; aun a sabiendas del ayuno y sacrificio que ello implica. Sé que esta ceremonia es parte de un legado ancestral que proviene de norte América, el cual reafirma la visión de que somos uno, pues tanto apoyos como danzantes incursionan en un campo sostenido energéticamente por la comunidad entera. Es decir, el rezo de los danzantes se comparte a través del tabaco en los momentos de circular la chanupa. Los cantos que acompañan a la danza son fuertes y constantes, y la danza es exigente físicamente; la comunidad entera acompaña a los danzantes desde las márgenes del círculo, pero en los momentos en que los danzantes ofrendan se les permite entrar al círculo sagrado donde se encuentra el árbol de la vida el cual se encuentra adornado por los rezos de los danzantes y se le dota de intenciones. El camino rojo es un camino de valientes, dotado de profundas simbologías, desde el honor que se hace a los ancestros, los colores que se enarbolan hasta las direcciones y orden de la ceremonia tienen una razón de ser dentro de la danza.
Me parecía hermoso observar la escena llena de color, vestidos tejidos con apliques, plumas, coronas tejidas de salvia. Me conmoví mucho en el momento en que los danzantes realizaban su ofrenda, pues sentía un estremecimiento profundo recordando las variadas ocasiones en que se ha derramado sangre inocente y como el acto de entrega de cristo vino a redimir mucho de ese dolor. Pude ver a través de este la voluntad de los danzantes como una forma sincera de reconciliar el pasado doloroso, trascendiendo el dolor y hambre a través de su ofrenda. Veía a las mujeres que estaban en el círculo con mucha admiración, pues en esta danza solar donde prima la energía masculina, identifique la fortaleza y rezo de mujeres capaces de sostener desde el amor y la firmeza.
También me pareció muy valioso el aporte de las comunidades originarias de Colombia, pues se encontraron presentes durante la ceremonia, compartiendo en los círculos de palabras y cantos sus sentires y aprendizajes de forma sinérgica; encontrándose de este modo el águila del norte y el condor del sur. La presencia de la comunidad Muisca y Murui también la considere importante, pues dotaron de alegría el espacio de la casa de pensamiento y brindaron alimento espiritual a los participantes del encuentro. La última noche de ceremonia yopo fue también reveladora, en lo personal, sentí cubierta por los rezos de los danzantes y vi con esperanza el futuro. También tuve la oportunidad de liberar a través del alivio mucho dolor tanto individual como colectivo. En la mañana durante el Inipi, sentí que me rendía ante la voluntad suprema. Al regreso a casa, me sentí liviana, satisfecha y positiva. Como si participar de este encuentro me hubiera dotado de fuerza para continuar con convicción, sintiendo el acompañar de mis hermanos y hermanas en unidad.
16/01/2020

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