Y se va desvaneciendo el miedo al abandono, pues va siendo colmado con la certeza de la presencia del amor todopoderoso que invade cada halo del espacio interestelar.
Se va diluyendo la presión de "ser alguien", abriéndole paso a la manifestación autentica que el ser va develando.
Se espuma la necesidad de adquirir cosas o requerir personas, por el reconocimiento del privilegio de estar viva.
Se va recreando el juego en escenarios donde el propósito universal prima por sobre la voluntad personal...
Donde cada paso, aunque lento se da con la seguridad de que todo ocupa el lugar que le corresponde en cada momento de aprendizaje y que el tejido se va urdiendo al compás del tiempo perfecto.
Entonces las carencias, necesidades, afanes, enfermedades, soledades y sombras se vuelven también maestras que se desmantelan en el silencio que todo lo llena; en el vació que a si mismo se observa para trascenderse y darse cuenta de la totalidad que existe en torno suyo.
Agradeciendo al gran misterio por los aromas, sabores, colores y energías que orquestan la existencia.
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