miércoles, 24 de diciembre de 2014

Proyectando energías de bendición, logramos transmutar nuestro interior, esta onda se expande por la tierra y el universo, conectando a los seres en un viaje infinito en la unidad. Desarrollar las aptitudes bien intencionadas como la compasión y el amor puro, hace parte de un camino que fluye naturalmente, liberando al ser, permitiendole explorar desde las condiciones de su corporeidad la divinidad, integrando, sanando, equilibrando, develando...Sosteniendo el mundo con pensamientos de amor, envolviendo cada átomo en multicolores destellos de luz, alimentándose de la fuente que rige los ciclos cósmicos, ante tan hermoso panorama solo queda entregarse, seguir el camino que el instinto señala. 
En los momentos de plenitud y fusión que nos aportan los estados los estados mentales rectos, recordamos que la realidad es divina; debemos crear decididamente situaciones de bienestar para todos los seres conscientes, ese sentimiento, es el origen, el aliento, la fuerza, el todopoderoso amor que yace en todos los cristales de las moléculas y vibra en todas las frecuencias, sin limites en el espacio y el tiempo. 
Vivamos esta realidad creemos y creamos que es posible hacerla nuestra, desenvolviéndonos en la dimensión donde toda causa genera una reacción en cadena de sanación. Aprendamos de nuestro proceso humano para  por fin abandonar nuestros deseos y aversiones, caminando por el presente atentamente, mimetizándose en los mundos sutiles.  

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