jueves, 17 de julio de 2014

I
En búsqueda de nuestra maestría, queremos hallar verdades externas que corroboren lo que de antemano nos es inherente, la sabiduría de nuestro ser vinculado al infinito, a la totalidad indivisible a la realidad indubitable; es la magnificencia de nuestro microcosmos eternamente conectado al estado de los elementales espirituales que lo componen, es la integridad funcional de todo cuanto vive y tiene existencia y vibración, todos los planos en una frecuencia energética en constante transformación, nosotros anhelamos el divino éxtasis, plenitud dentro del cosmos, lucidez que sobrepasa la nuestra humanidad y se arriesga a percibir su divinidad libremente, sin las pautas de la sociedad obsesionada por el consumo de los estereotipos, los arquetipos claman su reivindicación, los dioses se indignan del sucumbir de la gnosis; entonces, tras este sedante inoportuno de las pasiones insatisfechas,  comienza la era dorada de los campos colectivos de conciencia, donde se despierta un ideal sagrado de amor y vida, las palabras profetizan el cambio, hemos desafiado a nuestro ego a suprimirse, para dar paso a nuestro verdadero y único guía universal.
II
Te vistes de negro, cuando en ti se encuentran todas las posibilidades de gestación del universo. La semilla potencial de la vida, la infinita existencia de toda vibración, el contenido de todos los planos, el vació insondable...

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