La cuarenta
© 2007 Marc Yankus |
Reímos todo el camino, el bus destartalado no podía carcajear de otra forma sino con el cantante con la sonrisa perfecta.
Entonces nos silenciamos, porque cuando el sujeto se subió nos atrapo de inmediato con su personalidad, que como característica singular, tenia una fuerza envolvente que sacaba a todo personaje de su mundo interior, para fijarlo en el.
su piel era negra, eso hacia que la sonrisa irradiara experiencias desconocidas; su voz no se describe, se escucha en una frecuencia donde tenemos contacto con elementos divinos.
Era un músico informal, se subía a buses hediondos y horripilantes; pese a eso, era hermosisimo, las sonrisas se multiplicaban, sabíamos que vivíamos " la cuarenta", mas era un hecho irrelevante cuando el puncho se le colaba por labios, la mirada que debía ser turbia era contradecida por el candor de la alegría sobre la pobreza: me refiero a que "las mejores sonrisas del mundo la tenían las personas con absolutamente nada". La esquina que el bus doblaba, que los pasajeros doblábamos y que por ende el doblaba; era la misma, un espacio que poseía recuerdos y evocación, para que veneno si ya estábamos intoxicados con la posibilidad de ser felices pese a la crudeza de la realidad. eso no se lo hoy cantar, pero intuyo que el lo siente.
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