domingo, 4 de septiembre de 2011

Sinapsis verbal.


Le digo a mi cuerpo que se controle, pero él no quiere ceder; se aferra a las sensaciones, tanto que las quiere transfigurar en palabras, desea convertirlas en explosión. Además del osado delito de trasgredir la realidad, quiere crear, se vale de los ruidos inentendibles de la mente para modular unas cuantas frases que evitan el olvido de lo que jamás sucedió.
Un impulso nervioso permea la piel, los músculos, se va hacia el espíritu; nuestras viseras están percudidas, somos cuerpos reprimidos que pugnan por desenmascararse de una vez por todas. El polvo cae, es reemplazado por un color fluorescente que atrae satisfacción efímera, un presentimiento de haber sido comprendidos, de transmitir ese color inidentificable a los espectadores.
Cuando me alimento de la palabra, me renuevo, confieso mis inmoralidades, con la menos acusable de las actitudes; señalo al mundo, y a sus truculentos laberintos, pues nadie a de culpar al instinto de existir; así, prime el del salvajismo.

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