El abuelo corazón habla en el silencio, donde el instante
eterno se hace presente. Donde las memorias se reconcilian en una sola
respiración, y la autoliberación se lleva a cabo, cuando la maraña de los
pensamientos es desmantelada…
Entonces, el suculento cactus florece, en un aparentemente desértico paisaje,
la flor del corazón se va abriendo paso; cuando la desidia es costumbre, la paz
se va volviendo imperativo.
Cuando los dramas son escenificados por doquier, el refugio de la conciencia se
va convirtiendo en una cascada refrescante. Y cuando, a tu alrededor vociferan
las voces del pánico, crear un refugio en el pensamiento es la única salida del
laberinto.
Abuelo corazón nos habla desde lo profundo, para dejar de
lado el egoísta deseo de ser poseedores de la verdad; nos habla en el silencio,
donde nuestro ser autentico es rebelado; nos habla desde la compasión, donde
somos libres del pasado y nos anunciamos desde la infinita inocencia de la vida
que es disfrutada a plenitud; cuyo misterio esta en ser vivida a cada segundo
con atención paciente y equilibrada.
Ciertamente una mente inquieta puede desequilibrar la
balanza en algunas ocasiones, pero tomar el timón he iniciar el viaje del
eterno retorno hacia el origen de lo simple y de lo verdaderamente valioso nos
brinda siempre una visión ecuánime sobre el efímero paisaje de la existencia.
Trasegar por el corazón, atravesar la marea, permitir que el
cuerpo vibre y que en dicha vibración libere las memorias reprimidas; nos va a
permitir liberar el dolor contenido y brillar, con la irisdiscencia de un
colibrí que sabiendo que cada flor de experiencias trae consigo el néctar del
aprendizaje. Y este néctar, siendo llevado a la mente superior, puede iluminar
los siguientes pasos a dar en coherencia con la esencia que somos.
17/10/2019
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