Salía de casa, me sentía
exhausto. Las gotas de sudor se
resbalaban despacio, tranquilas, como si nada las fuera alcanzar, como si no
supieran que desaparecerían al tocar el suelo. Mis manos, nerviosas estaban.
Mis labios temblaban, y mi piel en punta de gallina se sorprendía. No lo creía.
No me podía imaginar como antes estaba en tierra, como antes era humano, y
trabajaba hace unos años detrás de un escritorio, y hoy tuviera la oportunidad
de ver el Dios que habitaba en mi. Delante del fuego me encontraría con la
verdad, verías los portales mas extraños, y al final, me fundiría en el todo. No tenia que hacer
nada, solo tenia que creer. Y así lo hice. Ahora, les contare paso a paso que
viví allí. Que mundos y que espacios se pasaron en mi mente, para que hoy,
después de mucho tiempo, pueda decir con el corazón en la mano: creo.
En la época en la que se
aproximaba el despertar espiritual colectivo,
donde se iban a construir los cimientos de la era dorada, llena de luz y
magia; llegaron a mi herramientas filosóficas y corrientes de pensamiento que
le dieron a mi vida un vuelco renovador, era como si en ese entonces mi ser
verdadero dormitara en mi interior, ocultándose bajo aparentes raciocinios y
posesiones; cada una de las experiencias que llego a mi vida, cada instante
perfecto me enseño a descubrir el valor
de esta encarnación humana; aprendí
que mi búsqueda siempre se dirigía hacia un campo infinito de conocimiento y
paz, un retorno al origen. Solamente debía deshacerme de los límites
humanamente forjados, de las concepciones falsas de mi mente, debía despojarme
de los pensamientos y emociones proyectados por el ego. Era un desafío que
requería de años, de décadas, de vidas enteras dedicadas a ese propósito.
Sin embargo, con la fe que
se guardaba entre mi piel, como fénix, como palabra ancestral dulce y con determinación salvaje pude vencer. Pude
vencer los espacios y ser otros, me di la oportunidad de conocerme y de
reencontrarme a través de viajes, de caídas, de raspones y alguna que otra
fractura. También pude vencer al tiempo, puesto que no existió edad para
estudiar, tampoco para dar consejos, para hablar como sabio. Había momentos de
momentos, algunas veces tenia la chispa
infantil explorando el mundo, y otras veces era un canoso, sentado, quieto ,
que contemplaba. De igual forma, puedo
decir que vencí, que vencí al tiempo; y que agradezco la posibilidad de ser
muchos, de pájaro, ballena, león , piedra y palo. Ahora que soy libre exhorto palabras para que
todos los seres sean felices, y libero
al alquimista que se esconde en mi piel, para que vaya a caminar por el mundo ,
para que vaya y nade en el mar de la desdicha y enseñe, enseñe a sonreír y a hacer magia con tan solo mirar.
Comparto y confió en esta realidad
desde los tiempos inmemorables en que nos venimos encontrando, cuando veo a los
ojos de mis hermanos de camino, reconozco una luz profunda que lleva tiempo
encendiéndose, desde su corazón un latir que se sincroniza con la tierra, desde
la danza y el canto un poderoso mantra que acompasa la transformación, en su
sonrisa, los sueños, la edad verdadera de los viajeros de los siglos, que una y
otra vez nos reconocemos en el mágico espacio de la tierra; nuestra naturaleza
salvaje nos permite conectarnos con los elementales y la medicina de toda
conciencia, la vida es la condición más hermosa que se mueve en todos los
espacios. Tribu universal que comparte desde el amor el maravilloso milagro de
existir, que se fortalece en la hermandad inquebrantable, familia de virtuosos
magos que realizan su ser y transforman su ambiente, aguerridos forjadores de
humanidad, guardianes de lo sagrado.
Por eso la tranquilidad se
sedimenta en mi piel, es como una coraza, un caparazón en contra de las
turbulencias. Y aunque sé que son muchas las batallas que tengo que dar en mi
interior, los otros me dan confianza en seguir adelante, así, es mi familia, aquella
tribu arcoíris la que me da la posibilidad de
sentir aquellas vibraciones sutiles. Cuando pienso en
mi familia, puedo sentir el sol, sus ondas, puedo ver el agua y cantarle. Puedo
sentir las caricias del frio y de la noche. Puedo sentir la apatía de aquellos
que aún estar dormidos, y también puedo sentir que el tiempo dejo de existir.
Que se ha impregnado en mi piel y me ha convertido el Emperador de mis proyectos
de mis sueños. Y puedo eso, y de seguro mucho más, pero solo cuando siento muy adentro a mi hermosa familia.
Percibo todo con asombro,
pues una gran maravilla se va revelando ante mis ojos, tengo el honor de
presenciar el despertar colectivo, donde el pagamento a la vida es un principio
natural, la naturaleza humana se conecta a través del pensamiento hacia la
sanación, la intensidad de esta frecuencia invade todos los espacios y tiempos;
el conocimiento fluye, la memoria se activa, los sueños se vuelven lucidos, el
arte invade la vida. Experimento con
amor todas las manifestaciones de sabiduría, vivo en una realidad perfecta, que
integra mi ser a un tejido cósmico de evolución.
Y así soy consiente que
tengo una tarea. Que mi armadura ya esta lista, que el fuego ancestral lo debo
portar, que la palabra dulce que reactiva y despierta esta en mis brazos y en
mi 5 punto energético. Que los hermanos
arboles están conmigo, y que aún con mis pies en tierra y mis ojos en el cielo
debo actuar, debo transformar. Tengo la tarea de ser un tejedor. Los hilos del
universo se han puesto entre mis venas , y debo con firmeza, andar, viajar
hacia adentro y hacia fuera, y en cada acto comunicativo, debo tejer. Debo
unir. Ahora sé que aquellas partículas que aún duermen , que aquellos ángeles
que no se han visto como si, los debo llamar, les debo sonreír, les debo ayudar
a despertar. Sé que tengo al igual que mi familia la hermosa tarea de unificar,
de unir los pueblos, las razas, los colores, los pensamientos, para que todos
al final podamos cOMpartir.
Siembro la palabra cuando recorro
el tejido de la vida, siembro la semilla del universo cuando expreso amor en mi
caminar, siento que mi realización se halla en abrir caminos, en co-crear una
visión de luz y arte, mi siembra nace del corazón que comparto universalmente
con el de la tierra y todos los seres. El
presente es mi tiempo, los ritmos de la luna mi guía, la energía del sol mi
alimento, vivir y amar es nuestro tesoro.
Y aunque a veces me caiga,
me derrumbe. Aunque a veces mi mente sea
letal, sea espada y me atreviese. Y aunque a veces mi piel sea tan árida y tan
tosca. Y aunque a veces piense que lo he perdido todo y que me he devuelto ;
junto con el amor compasivo, siempre recuerdo.
Mi gran secreto es abrir mi mente, mi cuerpo y corazón, vivenciar las
imágenes del pasado, no para vivir en ellas sino para abrazarme de nuevo. Para
no ser tan duro conmigo, ni con el universo, y por el contrario sonreír ,
aullarle a la luna el agradecimiento y elevar las alas como un colibrí, para
festejar que hemos dado un paso, aunque pequeño, un paso. Hemos dado un paso en
el camino de la liberación, de la sanidad, del tejido ancestral.
Continuo por el camino del
aprendizaje hasta a iluminar todos los contornos y retornos de mi espíritu,
entendiendo la experiencia universal como maestra vital; purifico cada día mi
ser, para renacer como un raudal de satisfacción que va desde las nieves
perpetuas del silencio hasta el oleaje del amar. En el incesante devenir
presente, poseo la oportunidad de integrar todo los saberes a través de la auténtica
búsqueda interior, proyectando armonía en un viaje hacia la trascendencia desde
la co-creacción.