martes, 11 de marzo de 2025

La fuerza del perdón

 La fuerza del perdón viene del mismo lugar de donde viene la fuerza del amor.  

Es la energía que llega después haber reconocido el dolor ancestral y entender que cada ser siempre actúa desde su crianza, su contexto y sus propias elecciones. Pero que si nuestra elección está el perdonar, quienes nos liberamos somos nosotros mismos. 

Muchas personas vinculan el perdonar a olvidar, pero poder perdonar implica el poder recordar sin dolor. Y para dar ese abrazo compasivo se requiere de un proceso donde tuvo que tramitarse el dolor ya sea a través de lágrimas, oración, meditación, palabras o arte. 

Nunca se vuelve a ser igual después del perdón.

Tampoco es un deber volver a ser el mismo con alguien a quién se ha perdonado. Porque aunque perdones, tienes la experiencia y está te hace libre de elegir si quieres permitir o no más maltrato o humillación. 

Muchas de las raíces de nuestras heridas y de las cosas que vivimos cuando adultos vienen de las raíces profundas de nuestra infancia y aprender a abrazar a nuestros padres y madres de la forma en la que hayan sido también es esencial para poder crear relaciones futuras con hombres y mujeres más enriquecedoras y sanas. 

Poder identificar los patrones y cerrar los ciclos de condicionamientos pasados también es importante para construirse desde el amor. Solo nosotros podemos encargarnos de ser el amor que anelhamos, solo nosotros podemos valorarnos y hacernos valer. Nadie más perdonará por nosotros y nadie más nos podrá perdonar como nosotros nos perdonamos a nosotros mismos.


Martes 11 de marzo 2025 

Fractal Aro-Iris


Ciclos de retorno y renacimiento

Sorprende como los ciclos vuelven a llevarte a un mismo punto de aprendizaje en una cierta  época del año. Aveces me leo y me encuentro tan identificada en el momento presente. Aveces se piensa que no se crece, y uno no se explica si lo que ha pasado es el tiempo o las circunstancias pero las heridas siguen siendo las de siempre, las de los milenios. Y quien tiene la fuerza para frenar lo que el cuerpo dice a viva voz a través del síntoma de una gripe muy fuerte o de un dolor de cabeza que te pone a cuestionar todas tus elecciones. Quizás ese sea uno de los mayores pesos que trae el ser adulto, ya no tienes en quien refugiarte, te tienes que aprender a dar sostén ante toda avalancha. Y sostenerte fuertecito y con paciencia así cueste, así sientas que necesitas más amor y contención debes aprendertela a dar y forzosamente o naturalmente esto te insta a crecer. Crecer para ver un mundo distinto en unos años, uno con mayor sororidad y solidaridad uno en donde ya no caigas en la trampa de ángeles caídos y donde no temas a enunciar una verdad aunque sepas que te expondrá al rechazó. Uno donde ninguna mujer decida callar por miedo al maltrato y donde sean posibles relaciones genuinas y reales como son los anhelos de tu corazón. Un mundo que nos merecemos, que merecen nuestros futuros hermanos y que hubieran merecido nuestras abuelas que han encarnado las memorias que hoy portamos como mujeres. Un mundo donde ser madura sea símbolo de sabiduría y no de abandono. Donde podamos pensarnos en el cuidado mutuo sea natural y no sea una sorpresa exclusiva de unos pocos. Pero también donde sepamos establecer los límites ante quienes nos han dañado alguna vez y podamos reconocer que aunque no víctimas ni victimarios si somos merecedoras de paz y de comprensión. Ojalá sepamos alejarnos de contextos donde no aprecian nuestro valor y podamos construirnos sobre firmes cimientos de amor propio, para que cuando vuelvan las avalanchas de la vida otra vez te acuerdes de los pozos profundos desde donde haz emergido, y desde donde te haz construido para que perdones pero nunca olvides y ames pero nunca más te pierdas a ti misma. Recuérdate y amate con el corazón.